Por Daniel R Scott
"No puede haber otra salida que el cambio de
gobierno, la sustitución del régimen actual por otro que responda a los
intereses del pueblo" (Del periódico "Izquierda",
1960)
La foto que engendró a este artículo se puede
encontrar en las páginas del tercer ejemplar de El Desafío de la
Historia, una nueva y flamante revista de
formato algo pesado que recopila temas y personajes de nuestra sinuosa historia
patria, tales como "Miranda", "Entrevista a la Negra
Hipólita", "Sexualidad Indígena", "El
Guzmancismo" y otros asuntos muy instructivos y buenos para leer y
aprender. La publicación, pues, promete ser un coleccionable de gran valor...
La foto a la que me refiero fue tomada por el
fotógrafo Héctor Rondón en los sucesos conocidos posteriormente como "El
Porteñazo", la conspiración cívico-militar más grave que enfrentó el
gobierno de Rómulo Betancourt. Es historia que el 2 de junio de 1962 se subleva
la Base Naval de Puerto Cabello. Se enfrentaron las fuerzas insurrectas del Batallón
de Infantería de Marina “General Rafael Urdaneta” contra las tropas del
Batallón Carabobo en el trágico sitio de La Alcantarilla. Se produce una gran
matanza y es cuando el profesionalismo del fotógrafo capta con su cámara la
imagen que le da la vuelta al mundo: el capellán Luis María Padilla auxiliando
a los heridos y dando la extremaunción a los moribundos. Tanto el valor
testimonial como la dramática carga emocional son tales que más de cuarenta
años después resulta perturbadora y agobiante: escenario tristísimo, desolado y
sombrío donde el sacerdote solitario ayuda a un soldado caído. Sobre el asfalto
desorden de casquillos vacíos y un fusil yaciente. Atrás, insensibles, frías y
silenciosas, las rejas de algún comercio reflejan su metal en el lúgubre espejo
de los charcos aislados que dejó el aguacero de ese amanecer. En el rostro del
cura un temor que otea el inminente peligro en algún punto oculto de la calle o
de los edificios: los francotiradores hicieron estragos escondidos en azoteas,
ventanas y esquinas. Quizá sea él el próximo blanco. Nunca antes el lente de
una cámara había captado tal atmósfera de desamparo total y definitivo. Con
sobrada razón la gráfica ganó el premio Pulitzer.
El viejo Juan José López se le puede ver a cada rato
merodeando por el barrio 14 de Marzo y la salida Los Llanos. En este instante
lo veo debajo de aquel samán, aliviadero de borrachos trasnochados. Jubilado de
la administración pública, fue por muchos años obrero del Módulo de Servicios
de la Morera. Pero mi amigo López (al que profeso gran afecto) es mucho más de
lo que uno mira en su porte cansado: fue soldado en los días aciagos del "Porteñazo".
Le detuve en la calle y le pedí que me hablara de sus experiencias. Esto
respondió: "¡Una soledad muy honda! Se le estrujaba a uno el corazón. En
varias cuadras no se veía ni el caminar de un perro". Cuesta creer que
este humilde anciano que camina inclinado sobre su bastón haya combatido y
colaborado en la macabra tarea de echar dentro de un camión militar los cuerpos
maltrechos y ensangrentados de los soldados, civiles y oficiales de los que
murieron en combate. "El furriel tuvo que meter sus manos en
agua y vinagre" sigue diciendo López. “Se le hincharon los dedos de
tanto teclear sobre la máquina de escribir los nombres y apellidos de los
muertos”. Agobiado por el silbido mortal de los proyectiles y el
insoportable olor a pólvora, el pobre López se escondió por un momento dentro
de una enorme nevera descompuesta para salvar la vida.
Guillermo García Ponce, secretario militar del PCV, nos da su versión de los hechos que giran en torno a la foto galardonada:
"Adelante todo es silencio. No hay ni un movimiento. Las calles parecen desiertas. Apenas los destrozos del combate de ayer y la brisa hace balancear los avisos de las casas de comercio. Como llovió al amanecer, el piso está sembrado de charcos de agua.
"Cuando el primer tanque pasa la esquina no hay un solo disparo. Parece que la insurrección se ha evaporado. Todo es quietud, una soledad extraña, ceñuda. Desde atrás, el capitán sigue apremiando:
- ¡No sean reclutas! ¡Adelante!
"Hasta que pasa el último tanque con su mole de
ruidos, cañones y cuarenta hombres atrás. Entonces se oye el chasquido de una
ametralladora. Luego el tronar de los fusiles automáticos. Lluvia de balas por
todos lados.
"Rodríguez Sánchez se da cuenta de que la tropa ha caído en una emboscada pero es demasiado tarde. Los soldados arremolinados en el segundo tanque reciben el fuego directo desde las casas. Igual ocurre más atrás suyo. ¡Qué horror, protegidos por el frente pero desguarnecidos por los flancos! piensa, y cuenta hasta quince muertos a espalda de su tanque.
- ¡Disparen! ¡Fuego ya!
Las torres de los blindados giran unas a la derecha y
otras a la izquierda. Los cañones casi quedan en posición horizontal. ¡Fuego!
Suena el bramido estruendoso. Tiro directo sobre puertas y ventanas. La tierra
es sacudida como movida por un terremoto. Polvo y fragmentos son esparcidos
cubriéndolo todo. A lo largo de la calle hallan más de cuarenta muertos y
heridos. El resto de los soldados del Carabobo y Piar echados en el suelo casi
no se atreven a respirar.
- Manden las ambulancias. ¡Urgente!
- Las ambulancias no quieren avanzar, mi capitán".
Finalmente, luego de ¿cuatro días? la insurrección
fracasó. Hubo cuatrocientos muertos y casi mil heridos. La conspiración contó
con el apoyo de políticos vinculados a la izquierda y al PCV. Sucede que la
épica y prometedora revolución cubana fue el modelo a imitar por los
movimientos revolucionarios de nuestra patria y de casi toda Latinoamérica. Mi
tío Horacio Scott Power, por ejemplo, militó activamente en estos movimientos y
hasta padeció el presidio en la PGV. Hubo excesos de ambas partes: a un soldado
lo desollaron vivo dejándole atado a merced de los bachacos y al camarada de
una prima mía lo lanzaron con las manos esposadas desde lo alto de un
helicóptero en pleno vuelo. A veces las ansias de poder y las ideas redentoras
son los peores enemigos del género humano.
La foto volvió a aparecer en enero o febrero de 1989 en un diario de circulación nacional. Fue publicada según creo por los cubanos en el exilio. Es que no toleraban que un triunfal y recién electo CAP invitara a su fastuosa toma de posesión a un Fidel Castro cuya contribución militar e ideológica enlutó a muchos hogares venezolanos. El barbudo mandatario caribeño fue la vedette del evento. Los medios de comunicación, excitados no hallaban qué hacer con él. Y ahora, en la "V República", notorios y mal disimulados son los tiernos amoríos de nuestro primer mandatario nacional con la dictadura más antigua del continente. Hasta se habla de un "mar de la felicidad" que hasta el día de hoy no sé qué cosa significa.
La foto volvió a aparecer en enero o febrero de 1989 en un diario de circulación nacional. Fue publicada según creo por los cubanos en el exilio. Es que no toleraban que un triunfal y recién electo CAP invitara a su fastuosa toma de posesión a un Fidel Castro cuya contribución militar e ideológica enlutó a muchos hogares venezolanos. El barbudo mandatario caribeño fue la vedette del evento. Los medios de comunicación, excitados no hallaban qué hacer con él. Y ahora, en la "V República", notorios y mal disimulados son los tiernos amoríos de nuestro primer mandatario nacional con la dictadura más antigua del continente. Hasta se habla de un "mar de la felicidad" que hasta el día de hoy no sé qué cosa significa.
Si los que murieron en la lucha armada de la década de los sesenta se levantaran de sus tumbas, ¿qué dirían? Ellos (guerrilla y ejército) empuñaron el fusil y murieron por aquello que se les pidió.
Veo la foto del premio Pulitzer y
digo que se debería honrar la memoria de todos los jóvenes que sacrificaron sus
vidas sin saber exactamente qué ocurriría después.
1 Agosto 2008
No hay comentarios.:
Publicar un comentario