lunes, 27 de noviembre de 2017

¡Amargo amanecer hermana!

Por. Daniel R Scott.

"Y se dispuso con los impíos su sepultura" (Isaías 53:9)

El amanecer del 25 de noviembre recibió en su seno de rocíos el ocaso final y definitivo de la que en fructífera vida fuese nuestra hermana, María Antonieta Scott Richier, dejando sorprendidos y apesadumbrados a quienes recibimos por décadas el sol y la lluvia de su vida bondadosa.

Supo escalar y triunfar en todo lo que se propuso en la vida: profesora en el Cabrera Malo y José Francisco Torrealba, abogado, secretaria de desarrollo social, secretaria del despacho del gobernador, consultor jurídico de hidropaez y juez de la república, se destacó por su probidad.

Sí, se destacó por su honestidad. Cuando, siendo secretaria de despacho (gobierno regional de Malavé Risso) se le quiso obligar a firmar algún documento que le daría curso a un futuro y lamentable caso de corrupción, dijo: "Lo firmaré después de semana santa". Dicho lo cual, se fue a AGUARO-GUARIQUITO a disfrutar de sus vacaciones. Llegado el día de firmar, presentó su renuncia. "¡Que lo firme otro!" fue su respuesta. La noticia se filtró en la prensa y un diario local, admirado, sin decir nombres ni apellidos, escribió en mancheta: "Hay aves que vuelan en pantanos y no ensucian sus blancas plumas".

En la familia era la "mujer de las dificultades". ¿Grandes problemas? Ella era la gran solución. Aparecía en medio de lo irreparable y lo reparaba. Y si había un "Mar Rojo" en su camino, lo abría, lo cruzaba y lo volvía a cerrar tras de sí, como el bíblico Moisés. A veces, malcriada, decía como niña pequeña: "Siempre yo"

El tristemente célebre magistrado Aponte Aponte intentó mancillar su reputación (gobierno nacional de Hugo Chávez), por lo que tuvo que trasladarse repetidas veces al TSJ para probar su inocencia, lo cual logró, pero fue en uno de esos viajes que sufrió aquel accidente de tránsito un 16 de mayo. Se salvó, pero las secuelas del mismo finalmente se nos la llevó el pasado sábado 25. La encontraron en el cuarto de su apartamento, dormida y muerta.

Así la recuerdo: de niño hice una travesura que merecía castigo. Corrí despavorido por el patio con mi hermana atrás, pisándome los talones, correa en mano. Me subí a lo alto de una mata de mango. "¡Baja!" "¡No!" "¡Que bajes te digo Daniel!"  Finalmente, resignado y lloroso, bajé del árbol, dispuesto a recibir mi castigo y mis correazos. 


Caminé hacia ella, llorando todavía y...

...mi hermana soltó la correa y me abrazó, consolándome...


27 de Noviembre de 2017.

3 comentarios:

  1. Lo único que es nuestro y estamos seguros que nos pertenece son los recuerdos... Mis condolencias a tantos recuerdos albergados en ti hermano.

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  2. Tristeza siempre da el perder los seres amados que Dios la ilumine primo

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